Actúen tal y como deseen que actúe su hijo.
Es muy importante que su hijo se sienta querido, valorado y respetado, y le ayuden a creer en sus capacidades y a aceptar sus limitaciones.
Pagar las reacciones violentas de sus hijos con la misma moneda "para que sientan en su propia piel" lo que ellos hacen a otros niños, no es una buena herramienta educativa.
Hay que ser coherentes con los valores que se pretenden transmitir.
Debemos explicar qué motivos tenemos para actuar de tal manera o pedirles tal cosa; no debemos limitarnos al "lo digo yo y basta".
Las decisiones en la pareja deben ser siempre compartidas. Si discuten háganlo de forma tranquila, sin recriminaciones.
Traten de compartir los distintos papeles del hogar para no fomentar los estereotipos.
Para conseguir que colaboren en las tareas hay que empezar por actividades no pesadas y cortas, de lo contrario conseguiremos que se escabullan a la primera. Mantener su buena disposición a ayudar depende de ustedes.
Comenten en familia las actuaciones de los demás y las suyas, los sentimientos, deseos, etc.
Deben reconocer las cosas bien hechas. Cuando su hijo finalice alguna tarea, decirle lo bien que lo ha hecho y lo contentos que están por su labor y su gran ayuda.
Cuiden los pequeños detalles que hacen la vida en sociedad más agradable (saludar, cuidar el entorno, ceder el asiento,...).
En los niños pequeños el propio placer tiene una prioridad absoluta. La consideración es un valor difícil de enseñar. La mejor pauta es a través del ejemplo: cuando cedemos el paso, dejamos un asiento libre, etc. Lo mejor es predicar con el ejemplo.
Acostumbradle a usar expresiones de cortesía como "por favor" y "gracias".
Ayudadle a ponerse en el lugar del otro para que comprenda mejor la importancia de sus actuaciones, con frases como: ¿Tú qué sentirías si...?, ¿A ti te gustaría que...?
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